Luego de la Segunda Guerra Mundial, surge el movimiento artístico del neorrealismo en el cine italiano y se caracterizó principalmente por encargarse de retratar el día a día de los italianos. Debido a las carencias que se experimentaban en esas épocas, la industria del cine se vio obligada a utilizar personajes de la calle, en lugar de actores reconocidos, al igual que se filmaban muchas escenas en las calles, a falta de platós o estudios de grabación.
Sus máximos exponentes fueron Cesare Zavattini, Giuseppe de Santis, Roberto Rossellini, Vittorio De Sica y Luchino Visconti.
Dentro de la historia del cine italiano encontramos a “1860”, una película muy importante ya que es considerada la precursora del neorrealismo italiano que se presentaría algunos años más tarde. Se trata de Carmeliddu, un pequeño mafioso de Sicilia, que vive en la Italia del siglo XIX.
Si retomamos el trabajo de Emilio Cecchi nos daremos cuenta que su labor se ve interrumpida en el año 1934 ya que el fascismo no está de acuerdo con la línea que éste tenía y es ahí donde se crea la Dirección General de Cinematografía, bajo el mando de Luigi Freddi.
Es bajo este contexto que se realizan distintas películas, dentro de las cuales se encuentran las tres que hicieron al cine italiano de interés mundial: “Il grande appello”, una película de 1936 dirigida por Mario Camerini y protagonizada por Camillo Pilotto, Guglielmo Sinaz, Roberto Villa. También destacamos a “Sentinelle di bronzo” del año 1937 dirigida por Romolo Marcellini y protagonizada por Doris Duranti, Fosco Giachetti, Giovanni Grasso. Finalmente encontramos a “De una misma sangre”, dirigida por Goffredo Alessandrini, con apariciones estelares de Amedeo Nazzari, Germana Paolieri, Roberto Villa, Mario Ferrari, Guglielmo Sinaz. En esta misma época, encontramos actores reconocidos que hasta ahora son ejemplo para muchos otros: Vittorio De Sica, Fosco Giachetti, Gino Cervi y Amedeo Nazzari.