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Micaela Bastidas: Biografía y ¿Cómo Murió?

Micaela Bastidas

Micaela Bastidas fue una precursora de la independencia hispanoamericana. Esta heroína de la emancipación y de la lucha indígena contra el yugo español, fue esposa y consejera de José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru II).

Micaela Bastidas tuvo importante papel en la historia del Perú y su desempeño tuvo vital importancia en la rebelión de Tinta.

Su ejemplo de coraje y determinación al defender sus ideales de justicia y libertad hasta su trágica y despiadada muerte en mano de los españoles, la convirtieron en leyenda y símbolo de la lucha americana contra la opresión y la explotación colonial.

Biografía

Micaela Bastidas Puyucahua nació en Tamburco, el 23 de junio de 1744. Cuenta la historia que Micaela era de esbelta belleza, tez bronceada y cabello ondulado, descendiente de africanos e indígenas, era conocida como zamba.

El 25 de mayo de 1760, poco antes de cumplir 16 años, se casó con el joven mestizo descendiente de la nobleza incaica José Gabriel Condorcanqui. Tuvieron tres hijos varones, Hipólito (1761), Mariano (1762) y Fernando (1768).

Su marido fue su maestro ideológico. Ella entendió rápidamente la compleja situación de su gente y se involucró con la causa indígena.

En 1764 se trasladó a Tinta, Cusco, cuando su marido fue nombrado cacique de los territorios de Pampamarca, Tungasuca y Surimana.

En 1780, agotadas las vías de diálogo con los representantes de la corona española, José Gabriel Condorcanqui inicia un movimiento en contra de la dominación española. En ese momento adopta el nombre de Túpac Amaru II. Dio el primer grito de libertad y difundió una proclama independentista, dando comienzo a la rebelión de Túpac Amaru II. Desde ese momento, Micaela se convirtió en la principal consejera de su esposo, asumió roles en el movimiento y actuaba con dinamismo y persuasión.

Los indígenas tenían prohibida la tenencia de armas de fuego, uno de los mayores problemas a los que se enfrentaron fue la obtención de armamento. Micaela fue la encargada del aprovisionamiento de las tropas, lo que incluía conseguir y distribuir dinero, alimentos, vestimentas y armas. Expedía los salvoconductos para facilitar el movimiento de quienes viajaban a través de amplios territorios. Estuvo a cargo de la retaguardia indígena, demostrando diligencia y capacidad, implementando medidas de seguridad y luchando contra el espionaje. Implementó un eficiente sistema de comunicaciones, organizando un servicio de chasquis a caballo que llevaban rápidamente información de un punto a otro del territorio rebelde.

Micaela Bastidas no solamente deseaba liberar a su pueblo de la explotación española, sino también restablecer el rol de la mujer indígena con participación en la vida social y política.

El 18 de noviembre de 1780 el ejército rebelde vencía a los españoles en la batalla de Sangarará.

Cuando ella aconsejaba realizar un ataque inmediato a Cusco para lograr su rendición, su marido no la escuchó y en un grave error táctico se concentró en otras villas, al tiempo que fueron delatados por un traidor. El contingente de Túpac Amaru fue rodeado y emboscado, y junto a Micaela, sus hijos Hipólito de 18 años y Fernando de 10. Fueron apresados y llevados a Cusco, donde permanecieron presos en el convento de la Compañía de Jesús convertido en cuartel militar. Fueron sometidos a interrogatorios y tormentos para poder ubicar al resto de las tropas revolucionarias. No obstante los españoles no lograron conseguir ninguna información por parte de ellos motivo por el cual fueron condenados a pena capital.

La sentencia ordenaba el «descuartizamiento en vida para el jefe principal, mutilaciones y pena de muerte para los otros reos, amén de otros castigos».

El 18 de mayo de 1781 Micaela Bastidas junto a su esposo e hijos fueron llevados a la plaza de armas del Cuzco para ser ejecutados uno a uno. A su hijo Hipólito primero le fue cortada la lengua, por haber hablado en contra de los españoles y luego fue ahorcado. Micaela y José Gabriel fueron obligados a presenciar la muerte de su hijo, y luego la hicieron subir a ella al tablado.

Muerte

Micaela Bastidas falleció en Cuzco, el 18 de mayo de 1781. A la vista de su esposo y de su hijo Fernando, Micaela luchó con sus verdugos, hasta que finalmente la sometieron y le cortaron la lengua, su cuello delgado no alcanzaba al torno para ahogarla, y le echaron lazos al cuello que tiraban de uno y otro lado para estrangularla, dándole garrote y terminaron de matarla a patadas en el estómago y los pechos.

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