Una canción es una historia contada al compás de una melodía, que puede conmovernos tanto como si la estuviéramos viviendo. Las canciones forman parte de ese lenguaje universal que no necesita entenderse, sólo sentirse.

Las canciones tristes tienen un sitial especial en el gusto de las personas. Describen dramas comunes a los que difícilmente podemos escapar: amores prohibidos, no correspondidos, infidelidades, sueños rotos, desesperanza, nostalgia, impotencia ante la muerte; cosas tan próximas a nosotros que las entendemos perfectamente, pues nada nos parece más cierto y verdadero que aquello que ya hemos sentido.

Con sus melodías desgarradoras y letras lacrimógenas, las canciones tristes resultan completamente embriagadoras. Nos parten el corazón y por eso las adoramos; la canción que más nos hace llorar, ésa es la que más queremos escuchar; estamos metidos de cabeza en un pozo depresivo, y en lugar de preferir cosas que nos alegren y saquen de ahí, optamos por aquellas que sean más afines con nuestro alicaído estado de ánimo: encedemos el reproductor de música y nos ponemos a escuchar puras canciones corta-venas. Quién nos entiende.