El vóley llegó en 1911 cuando dos profesores norteamericanos, encargados de la reforma educativa, lo jugaban en sus ratos libres. Sin embargo, recién en 1923 se realiza una exhibición de jugadores cantoneses en el Callao. Poco a poco comenzó a ganar adeptos hasta que se convirtió en práctica obligatoria en Educación Física.
Pero la verdadera revolución se da con la contratación de Akira Kato, en 1965, por la Federación Peruana de Vóley. Su metodología combinaba la rapidez y las estrategias armadas para contrarrestar la baja estatura de las jugadoras peruanas, resaltando entre ellas Lucha Fuentes y Anacé Carrillo. Con él se consiguieron importantes triunfos en torneos sudamericanos y mundiales como los Juegos Olímpicos de México 1968 y la primera Copa del Mundo, en 1973, logrando en este campeonato el cuarto puesto.
Tras su muerte, en 1982 Man Bo Park, se convertiría en el hombre detrás de la consagración de las “matadoras”. Bajo su tutela el equipo femenino de vóley ocupo los primeros puestos en el Campeonato Mundial de 1982, el Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 y el Campeonato Mundial de Voleibol de 1986, realizado en Checoslovaquia.
Pero sin duda, 1988 fue el año más importante del vóley peruano. El 29 de setiembre las “matadoras” se enfrentaban al experimentado equipo de la URSS por la medalla de oro de los Juegos Olímpicos Seúl 1988. Gracias a la potencia de la “zurda de oro” Cecilia Tait, nombrada como mejor jugador del torneo olímpico, y la agilidad de las grandiosas Uribe, Gabriela Pérez del Solar, Gina Torrealva y Rosa García, entre otras el Perú ganaría los dos primeros sets pero al final el equipo europeo ganaría el último set por 17 a 15. Perú se llevó a casa la medalla de plata y en Lima, la selección sería recibida con reconocimientos por parte del Estado y de la población.
Ahora, de la mano de Cheol Yong Kim, la selección adulta de vóley, busca recuperar su posición privilegiada dentro de la historia del vóley mundial.